A veces, es mejor tragarse las palabras y callar.
Por lealtad, por dignidad, por no pecar,
a veces, pero hoy debo expresar
por temor a que por ellas puedo ahogar.
Lo que escribo lo pondría en una botella,
que podría arrojar en cualquier mar
liberar a mis palabras dentro de ella
que cualquiera corra el riesgo de encontrar.
Antes de lanzarla en su travesía,
despedirla quiero como se merece
es que a veces no hace falta una poesía
pero hoy no es ese día, solo a veces.
Fui valiente de mirarme en el espejo
Y no pude ni mirarme a mí a los ojos
y así supe que es hipócrita el reflejo
y aunque no juzgarme quiero, si me enojo.
¿Por qué hacer una escalera de palabras,
a la cual sabes que no vas a subir?
¿Porque decir lo que dices cuando hablas?
¿Y porque yo de infeliz, me siento a oír?
Aquí intento de alcanzar a la cordura
que se escurre como gota de mercurio,
no es posible que se pierda la finura
por el acto de egoísmo del orgullo.
Yo no soy ni quiero ser una mujer
que se esconde tras la sombra de los versos
y no quiero que se manche mi manera de querer
ni perder por desafiar a un universo.
Solo quiero desahogar mis ironías
de la forma que mejor creo que puedo
¿Si sonríes? , yo sonrío todavía,
pero esta es mi parada, y aquí quedo.
Si algún día llega a una orilla mi viajera
No es preciso, ni hace falta una respuesta.
Vuelve a despedirla al mar de igual manera,
que esto no es una ni pregunta ni una encuesta.
Daylin Horruitiner