Vendí una primavera justo al doblar del verano
con flores en la pradera, con un anillo en la mano.
En remate y por subasta entregué lo más sublime,
que es el alma, que es la esencia, que con nada se reprime.
Y me puse un par de alitas de retazos y prestadas,
para alcanzar a las nubes de esperanzas retratadas,
y me sorprendió el verano y tus ojos me quemaron
y las flores que vendí, ya nunca más regresaron.
Y sude bajo tu sol, y me derreri en tu suelo,
se desnudó el corazón, se me sofocó hasta pelo,
y en la playa de tu cuerpo deje caer mi figura
tiro al blanco tan perfecto, dibujando mi cintura.
No hay sombrilla, no hizo falta, yo quería tostarme entera,
Con el brillo de tu piel reflejado en mi cadera…
Y perdí noción del tiempo, y de pronto aquel espejo
me acordó que los veranos tienen fin, no son eternos,
De repente atardecio y me vi contando estrellas
¿No éramos aquellos tu y yo? Eras el, y yo era ella,
yo cambié la primavera por tu pecho, por lo tierno,
Donde están ahora tus brazos que se aproxima el inverno.
Daylin Horruitiner