Estaba la puerta abierta, y pasé, y tomé asiento,
traje todas mis maletas empacadas de momentos,
pinte una vida completa sin admitirme fracasos
intentando dejar huellas de retazos.

Amueblar la soledad no siempre deja ganancia,
y yo en mi mundo simplón y mi divina ignorancia,
me convencí en un momento de querer poder soñar,
sin recordar que en mis sueños yo solo se despertar.

Mi casita digital decorada de ojas verdes,
tan frágil como un cristal, tan pequeña que se pierde.
¿Con que derecho mortal me atrevo yo a perseguir,
la puta felicidad que ya tiene a donde ir?

Recogí todas mis cosas, que eran dos, y me marché,
deje sembradas dos rosas que no saben si lloré.
Al final de la jornada nadie sabe el sufrimiento,
al que no le importa nada, le dan igual tus lamentos.

Regresé ya por la tarde a mi lugar habitual,
sabiendo que en unos casos es mejor ni preguntar
el porqué. Pero aquí en mi corazón,
solo se reconocer el frío que trae el dolor.

Y aun así mi niña linda me obligo a pintarte un cielo,
en el cual yo ya no creo, porque me ha quitado el velo.
El dolor que paraliza cada una de mis venas,
no es mas fuerte que las ganas que creas que la vida es buena.

Ya no tenía donde ir, y vi la puerta entreabierta…
y aun despues de sentir cada esperanza ya muerta,
por ti, y solo por ti, resucito cada día,
esperando seas el faro que me guía,
rogando que entre las suertes, tu no corras con la mía.

Daylin Horruitiner